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Las ventajas sociales de las cervezas de cereales tradicionales pueden haber superado sus aspectos negativos. Imagen de StockSnap en Pixabay |
Es difícil encontrar un único denominador común que vincule a todas las sociedades humanas y sustente todos nuestros logros como especie, pero algunos científicos creen que el alcohol podría ser el candidato más probable. Conocida como la "hipótesis de la borrachera", esta idea se basa en la lógica de que el alcohol fomenta los vínculos sociales y la creatividad, y que, por lo tanto, podría haber facilitado la cohesión política en las culturas antiguas, permitiendo el surgimiento de sociedades complejas.
Para comprobar esta hipótesis, los autores de un nuevo estudio analizaron informes etnográficos históricos de 186 sociedades no industriales de todo el mundo. Al buscar referencias a bebidas alcohólicas indígenas, los investigadores identificaron una correlación entre las prácticas culturales de consumo de alcohol y la complejidad política.
Al describir sus hallazgos, los autores señalan que se aseguraron de incluir únicamente información sobre bebidas fermentadas tradicionales bajas en alcohol, como las cervezas de cereales y los vinos de frutas, ya que las bebidas destiladas más fuertes se asocian con importantes consecuencias sociales negativas. Por ejemplo, explican que, en las culturas occidentales modernas, el consumo de alcohol de alta graduación se relaciona con “desorden social, violencia doméstica, bajo rendimiento laboral, así como con aproximadamente 3 millones de muertes relacionadas con el alcohol al año en todo el mundo”.
En cambio, las bebidas más suaves pueden tener efectos positivos que superan a los negativos. Según los investigadores, “los antropólogos llevan mucho tiempo señalando que el alcohol tiene una función crucial para crear vínculos y que el consumo social de alcohol es una fuerza activa a través de la cual se construyen, transforman y encarnan las identidades personales y grupales”.
“Además, se ha argumentado que el alcohol es una poderosa herramienta política que desempeñó un papel importante en la formación de los primeros estados, como en Mesopotamia, Egipto, China y los Andes”, añaden. En estas culturas antiguas, el consumo de alcohol podría haberse incorporado a rituales religiosos o festividades seculares, actuando como “un mecanismo para forjar alianzas, movilizar mano de obra, crear obligaciones recíprocas e implementar la autoridad política”.
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El alcohol fomenta los vínculos sociales y la creatividad. Imagen de 🤦♂️爪丨丂ㄒ乇尺 🤷♀️🤷♂️ 卩丨ㄒㄒ丨几Ꮆ乇尺🤦♀️ en Pixabay |
En algunos casos, el alcohol incluso cumplió una función militar, ya que los primeros gobernantes celtas y germánicos ofrecían lo que los investigadores describen como "banquetes épicos, a base de alcohol, para promover la unidad, la lealtad y el compromiso entre sus guerreros".
Retomando su base de datos, los autores del estudio afirman haber encontrado "una relación positiva entre la presencia de bebidas alcohólicas indígenas y mayores niveles de complejidad política, medidos por el número de niveles administrativos".
"En el caso de las bebidas fermentadas tradicionales no destiladas, nuestros resultados respaldan la hipótesis de que los beneficios sociales a nivel de grupo (como una cooperación más eficaz en el trabajo, la producción de alimentos y la guerra) podrían compensar los efectos disruptivos de la intoxicación", escriben.
En general, estos hallazgos respaldan la hipótesis de la embriaguez, sugiriendo que el alcohol bien pudo haber desempeñado un papel en la formación de sociedades complejas en todo el mundo. Sin embargo, como era de esperar, los autores afirman que es improbable que el alcohol por sí solo fuera responsable del surgimiento de la civilización humana, ya que "otros factores contribuyentes, como la agricultura o la religión, probablemente fueron impulsores más efectivos que la embriaguez".
El estudio se publica en la revista Humanities and Social Sciences Communications.