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Aumentar nuestra comprensión de la psicopatía puede ayudar a crear nuevos tratamientos o estrategias de rehabilitación. Imagen de Pexels en Pixabay |
Los investigadores han descubierto que las personas con altos niveles de psicopatía presentan cambios estructurales en partes del cerebro relacionadas con el control de impulsos y la regulación emocional. Los resultados amplían nuestra comprensión de las personas con estos rasgos y comportamientos de personalidad asociados y podrían conducir a nuevos tratamientos y estrategias de rehabilitación.
La psicopatía es un tema complejo debido a décadas de desinformación e ideas obsoletas sobre la enfermedad. Contrariamente a lo que muchos creen, no existe un diagnóstico clínico oficial en los manuales modernos, como el Manual Diagnóstico y Estadístico Americano de los Trastornos Mentales, que lleve a alguien a ser llamado "psicópata". En cambio, existen rasgos y comportamientos de personalidad específicos —como la falta de emoción, la manipulación, la impulsividad, la falta de remordimiento, el encanto superficial y el comportamiento antisocial crónico— que una persona puede presentar en mayor o menor medida.
Si bien la psicopatía alta es un concepto médico y no un sinónimo de ser "malvado", es cierto que las puntuaciones altas en estos rasgos pueden ser indicadores de un comportamiento violento persistente. Las personas con fuertes rasgos psicopáticos son más propensas a cometer delitos, causar lesiones más graves y tener un mayor riesgo de reincidir en dichos actos. Esto supone una carga considerable para la sociedad y puede causar daños psicológicos y físicos a las víctimas.
Por lo tanto, es importante contar con métodos no solo para identificar a las personas con estos rasgos, sino también para encontrar maneras de tratarlas de forma sostenible.
En su nuevo estudio, investigadores de EE. UU. y Alemania utilizaron imágenes cerebrales avanzadas para examinar los cambios estructurales que se producen en el cerebro de personas con alta psicopatía. Partiendo de la premisa de que estos rasgos podrían asignarse a diferentes regiones del cerebro, examinaron a 39 sujetos varones con psicopatía mediante técnicas avanzadas de neuroimagen y el Atlas Cerebral de Julich, una herramienta pública para el estudio del cerebro.
Los participantes con puntuaciones altas fueron seleccionados mediante la Lista de Verificación de Psicopatía Revisada (PCL-R), una escala de 20 ítems que evalúa a los individuos en función de sus niveles de desapego emocional (Factor 1) y comportamiento antisocial (Factor 2). Estos individuos fueron emparejados con sujetos de control sin psicopatía, tras lo cual todos los participantes se sometieron a resonancias magnéticas cerebrales. Se examinó el volumen de las regiones cerebrales de los participantes utilizando el Atlas Cerebral y se establecieron modelos estadísticos para evaluar la relación entre dicho volumen y sus puntuaciones de psicopatía.
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Es importante contar con métodos no solo para identificar a las personas con estos rasgos, sino también para encontrar maneras de tratarlas de forma sostenible. Imagen de SAMUEL GABRIEL en Pixabay |
Los resultados fueron dispares. En el caso del Factor 1, el equipo encontró evidencia muy débil de variaciones en la estructura cerebral entre quienes presentaban alta psicopatía y los sujetos de control. Sin embargo, en el caso del Factor 2, se observó una clara asociación entre volúmenes más bajos en varias áreas cerebrales en quienes obtuvieron puntuaciones altas. Estos volúmenes más bajos se encontraron en áreas como los ganglios basales, un grupo de estructuras interconectadas que participan principalmente en el control motor, así como en la emoción, la cognición y el aprendizaje relacionado con la recompensa. También se observaron diferencias en el tálamo de los participantes, un importante punto de relevo para procesar y dirigir la información sensorial y motora a la corteza cerebral, el tronco encefálico y la corteza insular, implicados en el procesamiento emocional y la cognición social, entre otros.
Se descubrió que las personas con alta psicopatía tenían un 1,45 % menos de volumen cerebral total en comparación con el grupo control, especialmente en la corteza y la parte del subículo derecho de la Formación Hipocampal, la corteza cingulada anterior y la corteza insular. Todas estas áreas desempeñan un papel importante en la formación de nuestra personalidad, la regulación emocional, el juicio moral y el control de los impulsos.
“Los resultados actuales sugieren que las alteraciones conductuales que capta el factor 2 del PCL-R se asocian con déficits de volumen en regiones pertenecientes a circuitos frontosubcorticales que podrían estar implicados en el control conductual”, escribe el equipo en el artículo.
“Los resultados de la comparación de grupos sugieren provisionalmente una alteración bastante generalizada del desarrollo cerebral en sujetos psicopáticos”.
Si bien estos resultados ofrecen información valiosa sobre cómo los volúmenes cerebrales potencialmente difieren entre la mayoría de la población y las personas con altos rasgos de psicopatía, existen algunas limitaciones importantes. En primer lugar, el tamaño de la muestra es muy pequeño, lo que significa que los resultados estadísticos deben tomarse con cautela. Al mismo tiempo, se asumió que los participantes no estaban bajo los efectos de ninguna droga en el momento del estudio, pero el consumo a largo plazo antes de participar podría influir en la estructura cerebral del individuo.
No obstante, los resultados requieren mayor investigación sobre este tema, como expresan los autores: «Las preguntas para futuros estudios son, por ejemplo, hasta qué punto estas diferencias estructurales son hereditarias o se asocian, por ejemplo, a factores ambientales».
El artículo se publicó en los Archivos Europeos de Psiquiatría y Neurociencia Clínica.