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El cáncer colorrectal de aparición temprana está aumentando en varios países. Los marcadores genéticos sugieren una posible causa. Imagen de Jim Coote en Pixabay |
El cáncer colorrectal está en aumento entre las personas menores de 50 años en al menos 27 países. El número de casos se ha duplicado cada década durante los últimos 20 años y podría convertirse en la principal causa de muerte por cáncer en adultos jóvenes para 2030. Investigadores han descubierto un mecanismo potencialmente crucial que podría explicar este aumento: una toxina producida por una bacteria.
Esta toxina, conocida como colibactina, es producida por ciertas cepas de Escherichia coli que residen en el colon y el recto, y tiene la capacidad de alterar el ADN. La exposición a la colibactina durante la primera infancia imprime cambios genéticos específicos que pueden aumentar el riesgo de cáncer colorrectal antes de los 50 años.
"No todos los factores o comportamientos ambientales que estudiamos dejan huella en nuestro genoma", declaró el autor principal, el profesor Ludmil Alexandrov, de la Universidad de California en San Diego. Pero hemos descubierto que la colibactina es una de las que sí pueden. En este caso, su impronta genética parece estar fuertemente asociada con el cáncer colorrectal en adultos jóvenes.
Si alguien adquiere una de estas mutaciones impulsoras antes de los 10 años —explicó Alexandrov—, podría desarrollar cáncer colorrectal con décadas de anticipación, presentándolo a los 40 en lugar de a los 60.
El equipo estudió si los procesos mutacionales podrían contribuir a las diferencias geográficas y relacionadas con la edad en la aparición del cáncer colorrectal, y de qué manera. Examinaron 981 genomas de cáncer colorrectal de 11 países, y aunque no se centraron en la mutación de la colibactina, la evidencia saltó a la vista.
Las mutaciones específicas creadas por esta toxina eran innegables, y esas mutaciones eran 3,3 veces más comunes en los casos de inicio temprano (específicamente en menores de 40 años) que en los mayores de 70. Las mutaciones también fueron más comunes en los países con mayor número de casos de inicio temprano.
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Esta toxina, conocida como colibactina, es producida por ciertas cepas de Escherichia coli que residen en el colon y el recto, y tiene la capacidad de alterar el ADN. Imagen de Jomar Junior en Pixabay |
“Cuando iniciamos este proyecto, no planeábamos centrarnos en el cáncer colorrectal de inicio temprano”, afirmó Marcos Díaz-Gay, coautor principal del estudio y exinvestigador postdoctoral del laboratorio de Alexandrov. “Nuestro objetivo original era examinar los patrones globales de cáncer colorrectal para comprender por qué algunos países tienen tasas mucho más altas que otros. Pero al analizar los datos en profundidad, uno de los hallazgos más interesantes y sorprendentes fue la frecuencia con la que aparecieron mutaciones relacionadas con la colibactina en los casos de inicio temprano”.
La investigación fue financiada con subvenciones del Reino Unido de Cancer Research UK, así como con fondos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE. UU. La administración Trump, el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., y Elon Musk han aplicado recortes a numerosos programas que podrían poner en peligro a la población estadounidense, además de encarcelar a científicos extranjeros que trabajan en EE. UU. Sin financiación, esta investigación podría no poder dar respuesta a las numerosas preguntas abiertas.
Y estas preguntas son cruciales para revertir esta tendencia. ¿Cómo y cuándo se exponen los niños a esta toxina? ¿Es un factor ambiental el que induce la producción de colibactina, o se trata de la dieta o el estilo de vida? ¿Podrían las personas saber si han estado expuestas o si están en riesgo?
“Si los recortes de financiación de los NIH afectan nuestra capacidad para realizar este trabajo, en mi opinión, supondrá un golpe sustancial para la investigación del cáncer, no solo en EE. UU., sino a nivel mundial”, declaró Alexandrov. “Nuestra financiación nos ha permitido colaborar con investigadores del cáncer de todo el mundo, recopilando y analizando grandes conjuntos de datos de muestras de pacientes en varios países. Esa escala es lo que hace posibles descubrimientos como este”.
Un artículo que describe los resultados se ha publicado en la revista Nature.