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| Foto: Jack Lockwood /US Geologycal Survey via Wikimedia Commons |
El 21 de agosto de 1986, se escuchó un extraño ruido sordo en el lago Nyos en el noroeste de Camerún. A la mañana siguiente, 1.746 personas y más de 3.500 cabezas de ganado en un radio de 25 kilómetros del lago fueron encontrados muertos.
Ephriam Che, una granjera que vivía en una casa de adobe cercana en un acantilado, escuchó el estruendo alrededor de las 9 pm. Sin pensar en ello, se fue a la cama poco después. Cuando se despertó al día siguiente, se dirigió a una cascada y la encontró extrañamente seca. Más extraño aún, todo el lugar estaba inquietantemente silencioso, sin sonidos de pájaros o animales o incluso insectos. Aterrada, continuó cuesta abajo hacia el pueblo junto al lago, cuando escuchó gritos.
Halima Suley, una pastora que vivía en el pueblo, estaba parada allí, llamando desesperadamente la atención de Che. A su alrededor estaban los cadáveres de 31 miembros de su familia y 400 reses muertas.
"No había moscas sobre los muertos", le dijo Che al Smithsonian, porque las moscas también estaban muertas.
Otros tenían historias similares. "Yo estaba sentado, solo sentado entre los muertos dentro de la casa, algunos de ellos estaban afuera, algunos de ellos detrás de las casas y había animales por todas partes, vacas, perros, bueyes, todo, así que para entonces estaba confundido". Monica Lom Ngong le dijo a la BBC. "Toda la familia, éramos 56, pero murieron 53".
No había señales de lucha aquí o en la aldea de abajo, donde cientos de personas yacían muertas, aproximadamente donde habrían estado alrededor de las 9 pm cuando se produjo ese sonido siniestro. Las únicas otras pistas eran el olor a huevos podridos y extrañas marcas en los cuerpos de los muertos y los vivos.
"Cuando me desperté tenía quemaduras en el brazo izquierdo", dijo Monica. "Para entonces no sentía dolores. El brazo cedía de una manera que casi se estaba pudriendo debido a las heridas".
No estaba claro para nadie lo que había sucedido, y la gente lo atribuía a ataques químicos, así como a explicaciones más supersticiosas. Aquellos que habían sobrevivido, en su mayoría personas que rápidamente buscaron terrenos más altos lejos del lago, describieron a miembros de la familia durmiendo en el piso y muriendo donde yacían, mientras se salvaban, así como una nube de gas saliendo del lago a una velocidad asombrosa. Algunas de las personas resultaron estar simplemente inconscientes y se despertaron al día siguiente para ver las escenas de carnicería a su alrededor.
Los científicos descendieron sobre Nyos para investigar en las próximas semanas, encontrando cuerpos esparcidos por todas partes y un lago que había cambiado de azul a rojo. De los que habían sobrevivido, muchos sufrían de vómitos, diarrea y alucinaciones, todos los cuales eran síntomas de intoxicación por CO2.
Las muestras del lago confirmaron la causa del incidente. El lago Nyos se formó en un cráter volcánico que producía CO2. Por lo general, en los lagos volcánicos, el gas se libera cuando el agua se altera y se derrama. El lago Nyos, sin embargo, estaba inusualmente quieto y, como resultado, había habido una acumulación de CO2 en el sedimento durante décadas, desconocida para las personas cercanas. No se sabe exactamente qué perturbó el lago ese día, ya sea un deslizamiento de tierra o simplemente una liberación repentina del gas, pero cuando estalló, se liberaron aproximadamente 1.2 kilómetros cúbicos de CO2 en aproximadamente 20 segundos, derramándose y asfixiando a cualquiera que se cruce en su camino. El gas es más denso que el aire circundante, por lo que salvó a aquellos que estaban de pie o que estaban en un terreno más alto, mientras que cualquiera que duerme en el suelo nunca volverá a despertar.
No es el único lago que tiene este problema. El lago Kivu, entre la República Democrática del Congo y Ruanda, es mucho, mucho más grande que Nyos y está rodeado por una población mucho más densa. Los estudios han demostrado que los eventos de extinción en el lago tienen lugar aproximadamente cada mil años, por lo que es probable que no se trata de si ocurrirá otro evento de extinción similar, sino de cuándo.