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Imagen de Frank Rietsch en Pixabay |
Ser robusto puede tener sus ventajas, especialmente cuando se trata de cazar animales prehistóricos. Según una nueva reconstrucción de la caja torácica de los neandertales, nuestros parientes extintos pueden haber sido considerablemente más corpulentos en esta zona que nosotros, y este volumen adicional podría haberles proporcionado la potencia devastadora que necesitaban para emboscar y vencer a sus presas.
Los investigadores que estudian a los homínidos antiguos suelen analizar el tórax (o parte superior del torso) para conocer las necesidades respiratorias de las diferentes especies, lo que proporciona pistas vitales sobre cómo vivían. Los humanos modernos, por ejemplo, suelen tener una caja torácica "en forma de barril", que habría sido ideal para la respiración torácica necesaria para soportar las carreras de resistencia cuando nuestros antepasados perseguían a sus presas a grandes distancias.
Mientras tanto, se cree que los neandertales solían tener cajas torácicas más anchas y "en forma de campana", lo que les daba un plan corporal más grueso. Se cree que este cuerpo achaparrado permitió que los neandertales tuvieran un sistema respiratorio más grande, lo que podría haber sido adecuado para diferentes estrategias de caza que implicaban explosiones de energía más breves pero más intensas.
Los investigadores también creen que el tórax inferior más espacioso de los neandertales podría haberlos ayudado a retener el calor corporal, una adaptación vital a su gélido hábitat euroasiático durante la Edad de Hielo.
Sin embargo, debido a que las costillas son pequeñas y frágiles, la mayoría de los esqueletos antiguos carecen de una caja torácica intacta, lo que dificulta que los científicos deduzcan la forma del torso de los neandertales. Hasta la fecha, la reconstrucción más detallada de la caja torácica de los neandertales proviene de un espécimen llamado Kerbara 2, que vivió hace unos 60.000 años en lo que hoy es Israel.
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El tórax inferior más espacioso de los neandertales podría haberlos ayudado a retener el calor corporal. Imagen de Jan Jakubowski en Pixabay |
Si bien Kerbara 2 parece poseer la hipotética caja torácica en forma de campana, los autores de un nuevo estudio buscaron basarse en este hallazgo creando un modelo 3D de la caja torácica de otro neandertal. Este individuo, conocido como Shanidar 3, vivió hace unos 45.000 años en Irak, antes de ser enterrado en la mundialmente famosa cueva de Shanidar, donde se encuentran los controvertidos "entierros en forma de flor".
Al igual que Kerbara 2, se descubrió que Shanidar 3 también tenía una caja torácica en forma de campana. Cuando se comparó este modelo con 58 cajas torácicas de Homo sapiens adultos de todo el mundo, los autores del estudio descubrieron que los dos neandertales se parecían mucho a los antiguos humanos modernos que vivían en entornos fríos, pero se diferenciaban de los individuos más recientes o de los que habitaban en climas más cálidos.
Este hallazgo sugiere que un tórax más robusto y en forma de campana era una característica común entre los antiguos humanos adaptados al frío, lo que respalda la idea de que los cuerpos corpulentos pueden haber ayudado a la supervivencia en entornos gélidos.
Además, el modelo indica que los neandertales potencialmente tenían diafragmas más grandes que los humanos modernos. Según los autores del estudio, esta mayor acción diafragmática “permitiría un mayor suministro de oxígeno, lo que llevaría a tasas de actividad más altas que tentativamente serían adecuadas para estrategias de caza de emboscada donde se requiere una fuerza explosiva, en lugar de la resistencia propuesta para los cazadores-recolectores H. sapiens”.
Por lo tanto, aunque tal vez no hayan sido los mejores en la persecución, los neandertales probablemente se beneficiaron de un inmenso poder, que utilizaron como arma para cazar leones, osos de las cavernas y elefantes prehistóricos colosales.
El estudio se publica en el Journal of Human Evolution.